Si un laboratorio es un lugar donde se llevan a cabo experimentos cuyo producto final es impredecible, entonces puede afirmarse que el nuevo concepto de The Lab que estrenó este año el Puerto Rico Heineken Jazzfest tuvo un resultado muy concreto: una feliz jornada de celebración que ensanchó los márgenes de la música que suele ofrecer el festival, que ya cumple 26 años.
Fue una clara apuesta por la hibridez, una nueva visión, según la definió el maestro de ceremonias Braulio Castillo, que respondió a que “somos un gran país musical”, según sus palabras. Una noche de “riffs” sabrosos y calientes, de espesas texturas llevadas a su punto de ebullición por dos bandas impresionantemente afincadas y, para concluir, el marcado contraste de un DJ rayando discos de vinilo.
Henry Cole y su nuevo proyecto, Villa Locura, tuvo a su cargo la apertura con “Dímele que iré”, un tema que subrayó de inmediato la mezcla de estilos, con su suave ritmo de bomba, sus delicadas armonías rockeras y su intensidad in crescendo, que por momentos llegó a rozar la atonalidad. Como si fuera poco, la interpretación vocal de Kily Vializ le imprimió un auténtico sabor boricua a la interpretación.
Una verdadera explosión de sonidos, mayormente a cargo de los vientos, dio comienzo a “Biol, la canción de mis hermanos”. Fluctuando entre la bomba y el afrobeat, y con jubilosos “riffs” (breves frases musicales que se repiten para servir de fondo al solista o impulsar hacia adelante la interpretación) anclados por el saxo barítono de Ricardo Pons y un potente solo de trompeta de Jonathan Powell, esta pieza fue como un microcosmos de la nueva propuesta de Cole, incandescente, omnívora y asertiva.
La banda –que reúne a varios de los mejores jazzistas puertorriqueños, como el guitarrista Gabriel Vicéns, el trompetista Piro Rodríguez y el saxofonista Mario Castro- volvió a sonar desbordante en los dos próximos temas, “Diablo” (popularizada por Ray Barretto en los años 70) y “If We Are Related, We Should Meet”, sobresaliendo en ambos las cálidas interpretaciones del cantante Jeremy Bosh.
La banda concluyó su presentación con “Kobe Bryant”, un homenaje al mítico baloncelista en el que se destacaron los solos del propio Cole en la batería –con tanta fuerza como estructura-, Vicéns en guitarra –creativo y armónicamente arriesgado-, un intenso Beto Torréns en barril de bomba y la conversación de saxofones entre Pons y Castro, así como el baile de Angela Vázquez.
Los ánimos estaban encendidos, y la llegada de Pirulo y su Tribal Jazz Experience los elevó aún más. De personalidad exuberante pero sencilla, con una gran dosis de carisma y evidente cariño en sus expresiones al público, el percusionista y cantante produjo música que se situó enseguida en un nivel tan denso como intenso, y nunca bajó de allí.
La banda arrancó con una versión de “Ya llegó” al estilo del jazz latino, en el que su “Tribu agrandada” –según la describió- hizo galade su bravura. En “Nothing Personal”, Kalani Trinidad, quien es más conocido como un extraordinario flautista, demostró su maestría en el saxo tenor, navegando sobre las densas texturas creadas por el líder en batería, Kenny Silva en las tumbadoras y Carlos Sánchez en la percusión menor.
Aunque abordó con perfecta naturalidad el rock en “Hoy todo me saldrá bien” y el funk en una pieza llamada simplemente así, “Funk” –que mostró la influencia de Mongo Santamaría- dos de las piezas más logradas de Pirulo y su banda fueron las recreaciones de dos estándares de jazz. Estas fueron una audaz versión de “Maiden Voyage” (composición de Herbie Hancock) a ritmo de plena, en la que Trinidad se reafirmó como un flautista de alto vuelo, y “Yes or No”, de Wayne Shorter, convertido en una rumba abierta, marcado por sensacionales improvisaciones de Piro Rodríguez en trompeta y Kenny Silva en congas. Dos astutas selecciones de repertorio que señalaron la profundidad del concepto musical de Pirulo.
No faltaron, por supuesto, los temas obviamente identificados con la timba que ha hecho famoso a Pirulo. En “Déjalo que se cocine”, Carlos Soto le recordó al público que sigue siendo uno de los grandes trompetistas del patio y el propio Pirulo ejecutó un solo de timbal precioso, de puro sabor latino y firme diseño. Dos arrolladores temas salseros, “Pa’ llá pa’ llá” y “Vengo con la salsa dura” –interpretado como “encore” tras un prolongado aplauso que le arrancó lágrimas de gratitud a Pirulo- cerraron su participación en la misma nota alta e intensa en la que comenzó. “Esta es la música de la libertad, el corazón y el sentimiento”, resumió emocionado el percusionista, quien declaró que participar en el Puerto Rico Heineken Jazzfest significó la realización de un viejo sueño.
La presentación de DJ Guti Talavera, quien estuvo acompañado por Damian J en saxofón, flauta y clarinete, y Joel Pierluisi en la percusión electrónica, representó un contraste radical con las propuestas y la densidad orquestal de las dos bandas anteriores. Maestro del “scratching” pero con base en la improvisación y la interacción propias del jazz, Talavera reconoció como un honor haber sido invitado a la tarima del Jazzfest y trajo a colación una vez más la figura de Herbie Hancock, quien dio inicio a este movimiento musical con su tema “Rockit” de 1983.
Con un repertorio de 14 temas, entre los que se destacaron “Some Kind of Jazz” y “Puerto Rico”, Talavera evidenció su habilidad en el manejo tanto de los platos como del teclado electrónico, transformando el ambiente del Anfiteatro Tito Puente en el de una discoteca. Aunque parte del público se marchó durante su presentación, otra parte, significativa, permaneció y vitoreó la música atractiva y ligera de Talavera y su grupo, demostrando su apoyo a la nueva visión de The Lab y a los divergentes acercamientos al jazz de hoy.
Fuente: Diario El Nuevo Día de Puerto Rico
http://www.elnuevodia.com/entretenimiento/musica/nota/puertoricoheinekenjazzfestdespliegasuespiriturenovado-2176055/
Fue una clara apuesta por la hibridez, una nueva visión, según la definió el maestro de ceremonias Braulio Castillo, que respondió a que “somos un gran país musical”, según sus palabras. Una noche de “riffs” sabrosos y calientes, de espesas texturas llevadas a su punto de ebullición por dos bandas impresionantemente afincadas y, para concluir, el marcado contraste de un DJ rayando discos de vinilo.
Henry Cole y su nuevo proyecto, Villa Locura, tuvo a su cargo la apertura con “Dímele que iré”, un tema que subrayó de inmediato la mezcla de estilos, con su suave ritmo de bomba, sus delicadas armonías rockeras y su intensidad in crescendo, que por momentos llegó a rozar la atonalidad. Como si fuera poco, la interpretación vocal de Kily Vializ le imprimió un auténtico sabor boricua a la interpretación.
Una verdadera explosión de sonidos, mayormente a cargo de los vientos, dio comienzo a “Biol, la canción de mis hermanos”. Fluctuando entre la bomba y el afrobeat, y con jubilosos “riffs” (breves frases musicales que se repiten para servir de fondo al solista o impulsar hacia adelante la interpretación) anclados por el saxo barítono de Ricardo Pons y un potente solo de trompeta de Jonathan Powell, esta pieza fue como un microcosmos de la nueva propuesta de Cole, incandescente, omnívora y asertiva.
La banda –que reúne a varios de los mejores jazzistas puertorriqueños, como el guitarrista Gabriel Vicéns, el trompetista Piro Rodríguez y el saxofonista Mario Castro- volvió a sonar desbordante en los dos próximos temas, “Diablo” (popularizada por Ray Barretto en los años 70) y “If We Are Related, We Should Meet”, sobresaliendo en ambos las cálidas interpretaciones del cantante Jeremy Bosh.
La banda concluyó su presentación con “Kobe Bryant”, un homenaje al mítico baloncelista en el que se destacaron los solos del propio Cole en la batería –con tanta fuerza como estructura-, Vicéns en guitarra –creativo y armónicamente arriesgado-, un intenso Beto Torréns en barril de bomba y la conversación de saxofones entre Pons y Castro, así como el baile de Angela Vázquez.
Los ánimos estaban encendidos, y la llegada de Pirulo y su Tribal Jazz Experience los elevó aún más. De personalidad exuberante pero sencilla, con una gran dosis de carisma y evidente cariño en sus expresiones al público, el percusionista y cantante produjo música que se situó enseguida en un nivel tan denso como intenso, y nunca bajó de allí.
La banda arrancó con una versión de “Ya llegó” al estilo del jazz latino, en el que su “Tribu agrandada” –según la describió- hizo galade su bravura. En “Nothing Personal”, Kalani Trinidad, quien es más conocido como un extraordinario flautista, demostró su maestría en el saxo tenor, navegando sobre las densas texturas creadas por el líder en batería, Kenny Silva en las tumbadoras y Carlos Sánchez en la percusión menor.
Aunque abordó con perfecta naturalidad el rock en “Hoy todo me saldrá bien” y el funk en una pieza llamada simplemente así, “Funk” –que mostró la influencia de Mongo Santamaría- dos de las piezas más logradas de Pirulo y su banda fueron las recreaciones de dos estándares de jazz. Estas fueron una audaz versión de “Maiden Voyage” (composición de Herbie Hancock) a ritmo de plena, en la que Trinidad se reafirmó como un flautista de alto vuelo, y “Yes or No”, de Wayne Shorter, convertido en una rumba abierta, marcado por sensacionales improvisaciones de Piro Rodríguez en trompeta y Kenny Silva en congas. Dos astutas selecciones de repertorio que señalaron la profundidad del concepto musical de Pirulo.
No faltaron, por supuesto, los temas obviamente identificados con la timba que ha hecho famoso a Pirulo. En “Déjalo que se cocine”, Carlos Soto le recordó al público que sigue siendo uno de los grandes trompetistas del patio y el propio Pirulo ejecutó un solo de timbal precioso, de puro sabor latino y firme diseño. Dos arrolladores temas salseros, “Pa’ llá pa’ llá” y “Vengo con la salsa dura” –interpretado como “encore” tras un prolongado aplauso que le arrancó lágrimas de gratitud a Pirulo- cerraron su participación en la misma nota alta e intensa en la que comenzó. “Esta es la música de la libertad, el corazón y el sentimiento”, resumió emocionado el percusionista, quien declaró que participar en el Puerto Rico Heineken Jazzfest significó la realización de un viejo sueño.
La presentación de DJ Guti Talavera, quien estuvo acompañado por Damian J en saxofón, flauta y clarinete, y Joel Pierluisi en la percusión electrónica, representó un contraste radical con las propuestas y la densidad orquestal de las dos bandas anteriores. Maestro del “scratching” pero con base en la improvisación y la interacción propias del jazz, Talavera reconoció como un honor haber sido invitado a la tarima del Jazzfest y trajo a colación una vez más la figura de Herbie Hancock, quien dio inicio a este movimiento musical con su tema “Rockit” de 1983.
Con un repertorio de 14 temas, entre los que se destacaron “Some Kind of Jazz” y “Puerto Rico”, Talavera evidenció su habilidad en el manejo tanto de los platos como del teclado electrónico, transformando el ambiente del Anfiteatro Tito Puente en el de una discoteca. Aunque parte del público se marchó durante su presentación, otra parte, significativa, permaneció y vitoreó la música atractiva y ligera de Talavera y su grupo, demostrando su apoyo a la nueva visión de The Lab y a los divergentes acercamientos al jazz de hoy.
Fuente: Diario El Nuevo Día de Puerto Rico
http://www.elnuevodia.com/entretenimiento/musica/nota/puertoricoheinekenjazzfestdespliegasuespiriturenovado-2176055/