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Akira Sakata exhibe todo su poderío en México / stereojazz
Una sesión de free jazz sacudió los muros del Ex Templo de Santa Teresa la Antigua. El jueves, dentro del sexto Festival El Nicho, Arashi, con el noruego Paul Nilssen-Love en la batería, el sueco Johan Berthling al contrabajo y el saxofonista japonés Akira Sakata, exhibió todo su poder. Arashi, “tormenta” en japonés, reafirmó lo que ha anunciado en su único gran disco de 2014: largos momentos frenéticos y una rara transparencia abrasiva.

Las notas de Akira Sakata, decidido protagonista de la nomenclatura del jazz nipón, es fuego que no quema, energía que de inmediato contagia. A sus 71 años, Sakata no se anda con delicadeces. Se acomodó, chaparrito, inofensivo. Tres, dos, uno. Rompió la noche. A sus anchas. Como en los viejos tiempos. Exhibió las armas y las artes de hace 40 años, cuando sus dos acompañantes daban, literalmente, sus primeros pasos. En el Ex Teresa coordinó la actuación sin pausas ni dudas, entre rayos, centellas y gruñidos. Sakata estiró la oferta a ritmos de verdad endemoniados, acaso inimaginables. El viejo saxofonista impartió cátedra. Demostró que en el free jazz toda improvisación requiere preparación…  y que el diablo no es maldad sino experiencia.

Tokio, Circa 1970

Horas antes de su presentación, Akira Sakata accedió a charlar con Excélsior “después del soundcheck” en el Ex Teresa. El hombre con apariencia de turista jubilado sopló su saxofón, ensayó desde distintos sitios del recinto con cadencias suaves, intercambió impresiones con sus colegas escandinavos.

“En los 70, la escena del free jazz en Japón era muy emocionante. Estaba en un trío con Masahiko Satoh y Kaoru Abe, pero había una buena cantidad de músicos, todos muy buenos, que se presentaban frecuentemente”, rememoró Sakata, que en su día se recibió de biólogo marino.

Hablar de Kaoru Abe es como citar a un poeta maldito. Vivió rápido y murió joven. Fue la respuesta oriental a Albert Ayler. Agitó la escena de su tiempo, pero su producción quedó registrada en unas cuantas grabaciones, pues una sobredosis le quitó la vida a los 29 años.

“Kaoru Abe era más joven que yo. Su legado fue breve, pero muy importante. Para mí fue muy importante, porque cuando fui a estudiar a Tokio lo conocí. Tocaba en vivo sesiones a dúo, siempre a dúo. Un día llegué y me senté con mi saxofón, me puse a practicar y dijo, ‘¡Ah, puedes tocar!’. Desde entonces tengo trabajo. Me presentó con algunos músicos, muchos de free jazz, y me abrió un camino muy amplio”, relató Sakata.

“Era la época en que estudiaba biología. Me gradué de la universidad, pero decidí que tocaría de tiempo completo. Nunca trabajé en mi campo, aunque nunca he dejado de estudiar. Leo mucho sobre biología, pero trato de ser músico y no otra cosa”.

Sin embargo, Akira Sakata es célebre en su país como actor de series de televisión y películas. También es escritor.

“Escribo ensayos y sobre el plancton, un asunto de mi interés. Tengo cuatro libros publicados de biología. Amo las cosas vivientes. La música es vida. Sólo el ser humano toca música. Si pensamos en la naturaleza, ahí sólo buscan comunicarse. Pero en Japón aprendí a escuchar el sonido del viento como música”.

De regreso al Ex Teresa
Arashi deleitó a unos 200 asistentes que no perdieron detalle. La interacción del trío hizo colisión. Sakata también vocalizó, con lo que la actuación fue un acto continuo de intensidad a altos niveles.

Lo que nunca puede dejar de hacer Sakata es trazar referencias entre ritmos y naturaleza. El ruido eterno.

“Si alguien me pide que toque, voy y lo hago. La música es como un paisaje. Hay que disfrutarlo. Toco música, y ya”.

Sakata ejecuta el saxofón con el estilo de otro tiempo. El tiempo del free jazz de antes y el de ahora. Sakata sólo ansía ir al encuentro de sí mismo. Y a ese encuentro asisten Nilssen-Love y Berthling. Eso es Arashi.

Fuente: Diario el Excelsior de México

http://www.excelsior.com.mx/expresiones/2016/05/14/1092483

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