El fino y elegante estilo 'afrojazz' de Allen vibró con emoción entre los presentes del escenario del Niceto Club de Buenos Aires. Para sorpresa de los músicos, el público argentino estuvo lejos de recular y animó cada tramo, esperando atentamente los mágicos momentos que regaló el nigeriano de 76 años y sus soberbios acompañantes.
Varias melodías conocidas para los fanáticos del bebop sonaron al estilo de los músicos que ejecutaban: esa es una de las consignas para revivir a los grandes jazzeros, mantener el espíritu del sonido aunque variando las formas musicales. En ese incierto terreno se lucieron los sutiles y precisos golpes de Allen.
Irving Acao, saxofonista cubano, brilló mientras deformaba 'A Night In Tunisia'. Pero deformar es sólo una manera de explicarlo, a nadie le quedaron dudas de qué obra tomaba las ideas reproducidas, entre movimientos ascendentes y descendentes a toda velocidad, surcando escalas alrededor de la armonía principal.
Una de las grandes diferencias que tiene este cuarteto en relación a la música que pretende revivir, sin duda está en el tipo de ejecución de los graves: Mathias Allamaine mantuvo el groove con líneas repetitivas y explosivas, algo bien distinto a lo que un concierto de jazz ofrece generalmente. Sus solos fueron de los más aplaudidos y generó una empatía inmediata, siempre atento a subirse al mood de Tony.
En el piano Jean-Philippe Dary expandió el rango de armónicos en el aire. A su izquierda y con un timbre más clásico, su instrumento marcó bases rítmicas, mientras que a su derecha, un tipo de sonido más cercano al rhodes generó coloridos momentos, en contestación con el bronce. El francés es el canal de comunicación que suele hablar, aunque esta vez, Allen se vio obligado a sacar a relucir su inglés de acento africano, dándole rienda suelta al parloteo.
Completamente sorprendido por la expectativa, Allen no dejó de agradecer al público argentino -incluso muchísimos músicos de los parches se acercaron a presenciar una gran clase que dio horas antes del show- y decidió comunicarse por sus propios medios, para dejar en claro que su próxima visita probablemente tenga mucho más del Tony Allen que conocemos, aquel que te obliga a mover los pies golpeando cientos de corcheas a contratiempo.
Varias melodías conocidas para los fanáticos del bebop sonaron al estilo de los músicos que ejecutaban: esa es una de las consignas para revivir a los grandes jazzeros, mantener el espíritu del sonido aunque variando las formas musicales. En ese incierto terreno se lucieron los sutiles y precisos golpes de Allen.
Irving Acao, saxofonista cubano, brilló mientras deformaba 'A Night In Tunisia'. Pero deformar es sólo una manera de explicarlo, a nadie le quedaron dudas de qué obra tomaba las ideas reproducidas, entre movimientos ascendentes y descendentes a toda velocidad, surcando escalas alrededor de la armonía principal.
Una de las grandes diferencias que tiene este cuarteto en relación a la música que pretende revivir, sin duda está en el tipo de ejecución de los graves: Mathias Allamaine mantuvo el groove con líneas repetitivas y explosivas, algo bien distinto a lo que un concierto de jazz ofrece generalmente. Sus solos fueron de los más aplaudidos y generó una empatía inmediata, siempre atento a subirse al mood de Tony.
En el piano Jean-Philippe Dary expandió el rango de armónicos en el aire. A su izquierda y con un timbre más clásico, su instrumento marcó bases rítmicas, mientras que a su derecha, un tipo de sonido más cercano al rhodes generó coloridos momentos, en contestación con el bronce. El francés es el canal de comunicación que suele hablar, aunque esta vez, Allen se vio obligado a sacar a relucir su inglés de acento africano, dándole rienda suelta al parloteo.
Completamente sorprendido por la expectativa, Allen no dejó de agradecer al público argentino -incluso muchísimos músicos de los parches se acercaron a presenciar una gran clase que dio horas antes del show- y decidió comunicarse por sus propios medios, para dejar en claro que su próxima visita probablemente tenga mucho más del Tony Allen que conocemos, aquel que te obliga a mover los pies golpeando cientos de corcheas a contratiempo.
Fuente: Diario Registrado