Para un uruguayo que hace música, nada mejor que otro. Y para dos uruguayos que hacen música, nada mejor que un tercero. Bajo esa premisa se encolumna el Trío Oriental, disco del grupo homónimo en el que Hugo Fattoruso, leyenda artística de la vecina orilla, goza de la compañía de sus compatriotas Daniel Maza (bajo) y Fabián Miodownik (batería). Se sabe: donde hay uruguayos que hacen música, hay candombe. Y se sabe también que, en las manos del pianista, los sonidos del Barrio Sur montevideano maridan muy bien con el jazz.
De eso trata esta propuesta, presentada el jueves 8 y viernes 9 con tres funciones en el Bebop Club, la casa que los recibe desde hace cuatro años, cuando -con la participación adicional del guitarrista Leonardo Amuedo- se hacían llamar Cuarteto Oriental.
Son 11 piezas donde además fluyen la fusión y la canción. Donde cada integrante brilla en conjunto y por separado. Y donde Fattoruso cumple con aquella autorreferencia que trazara años atrás en una entrevista con POPULAR: "Estoy con la panza llena, pero con hambre". Con una vitalidad artística y compositiva que parece burlarse de los 76 años que revelan su documento, el pianista mantiene con Maza permanentes diálogos que recrean climas contrastantes. Todo bajo el apoyo de la solidez rítmica que ofrece Miodownik.
Uno por uno, los temas transcurrirán en el mismo orden expresado en el disco. En la apertura suena La Explicación, un candombe canción que funciona a modo de vermouth y necesita ser continuado por De madrugada, donde Fattoruso suplica suavemente: "No te vayas / no ves que me quedo solo / Tal vez se convierta en oro / la luz de tus sentimientos". Un aire de nostalgia gobierna en el comienzo.
El primer volantazo llega con Candombe Re Fa Si. La rítmica se intensifica y el aire se torna más sabroso. El piano comienza a exhibir los sonidos más característicos de su ejecutor, allí donde se torna más personal y a la vez más reconocible.
En Casi una chacarera y A mi vieja, Daniel Maza asume la conducción del show. Intenta mostrarse tímido, pero arrasa. Y muestra todo su talento y versatilidad. Irrumpen nuevos climas, aparecen nuevos colores. Llega el Vals Jazz, un aire de blues en 3x4 donde Fattoruso retoma un protagonismo que se extiende en Villa Ventana, donde exhibe su estilo inconfundible y esa impronta que se mueve entre lo divagante y lo complejo. Y todo sigue fluyendo sin esfuerzos ni estridencias.
Le sigue un tributo: el Candombe Apastoriuzado. Suena a ese bajista genial que fue Jaco Pastorius. Y suena a Uruguay. Hay un piano nuevamente colorido y una rítmica otra vez intensa que le dan pie a Malambete, una inquietante pieza en 6x8 donde el disco alcanza su mayor densidad sonora y funciona como puente hacia Vamo' Vamo', que es una especie de síntesis de todo lo anterior. Y una composición pensada para que el grupo resalte desde lo colectivo y lo individual. Es el momento de los solos: primero Fattoruso, luego Maza y finalmente Miodownik, quien recibe aplausos adicionales en el día de su cumpleaños número 41.
"Tambor, pedazo de mí / Sos hijo del vendaval / Con vos por fin aprendí / Las penas del carnaval", canta ese cierre dulce y nostálgico que llega de la mano de Mi Tambor. Para los bises, dos canciones de Eduardo Mateo, El mejor de los nuestros, dirían del otro lado del Río de la Plata. Una ya clásica versión del candombe La Mama Vieja. Y una sorpresa: Bien de bienes, ligera y suave, dulce y tenue. "Guarda con el nombre de los bienes / Lleva arco y flecha el querubín / Y pasiones con mirar inerte / Merodeando al alba por ahí", susurra Fattoruso con voz de despedida.
En el final, Tango del Este, de Manolo Guardia y devenido para la ocasión en un candombe fusión cadencioso y con un compás irregular. Y allí la magia se esfuma con suma naturalidad.
Fuente: Diario Popular